miércoles, 10 de enero de 2018

El juicio y el llamado de la consciencia universal


El juicio se ha vuelto una de mis cartas favoritas en esta etapa de mi vida, probablemente desde la crisis de los 30s. Durante mucho tiempo fue una realidad lejana, una figura Bíblica quizá, o una serie de conceptos bonitos pero sin vida que de apoco fueron tomando fuerza en la medida que recorría mi propio camino hasta ella.

Debo decir que no es que no esté de acuerdo con los significados normales de la carta, que lo estoy. Efectivamente cuando me aparece en una tirada suelo verlo como un resabio del pasado que vuelve a atormentar con la esperanza de que se resuelva, o como un renacimiento, o como comunicación con lo divino, reflexión, epifanía, perdón. Todo eso me parece correcto, sólo quiero llevarlo un poco más allá al relacionarla con las cartas anteriores y posteriores.

Cuando llegamos al sol estamos ya en la última etapa del ciclo. Hemos pasado por la muerte o la crisis del ego (torre), hemos redescubierto nuestra fe (estrella), nuestra condición natural y nuestro inconsciente (luna), lo que nos ha conducido a la unidad del yo y con ello, la satisfacción de ser nosotros mismos en el sol. Pero el yo no es el todo, y ahí es donde veo que el juicio toma parte.

Si el sol representa la consciencia del yo, el juicio corresponde a la consciencia universal, a la idea de que yo soy sólo una de muchas partes y que todos somos parte de algo mayor. Nos invita a revisar nuestra vida desde una mirada mucho más amplia, en la que toda experiencia toma sentido y es para bien. Ya no podemos ver al otro como un victimario, por el contrario, podemos entender por qué hizo lo que hizo, y perdonar el daño que creímos que nos habían hecho. La llamada del ángel nos despierta a La Verdad, y aquel que ha visto la verdad no puede más que doblar la rodilla y confesar (aludiendo a Rom 14:11). Esta experiencia es en sí misma una epifanía.

Y claramente luego de vivir algo como eso, el hombre se convierte en un hombre nuevo. Ha experimentado la luz y en ella, ha comprendido la naturaleza de la creación y eso es lo que veo reflejado en la carta siguiente, el mundo. La satisfacción de encontrarse a sí mismo en la unidad, tanto, que ya no es él que habla sino la naturaleza misma, el anima mundi se manifiesta a través de su carne. Esa consciencia le permite verse a sí mismo, o más bien, a su alma, como lo que es: potencialidad absoluta (loco).