miércoles, 26 de mayo de 2021

Andrea Vitali, La historia del tarot (Parte 1)

La historia del tarot Desde su origen hasta nuestros días.

 

ADVERTENCIA: Todos los ensayos están protegidos por copyright. Esta traducción fue realizada con permiso expreso del autor, Andrea Vitali. El ensayo original se puede leer en 


Italiano: http://www.associazioneletarot.it/page.aspx?id=111&lng=ITA


Inglés, revisado por Michael S. Howard  

http://www.associazioneletarot.it/page.aspx?id=111&lng=ENG

Las notas mías, de la traducción al español, serán puestas en rojo, para diferenciarlas de las notas originales de la versión inglesa. En este post, que es la primera parte de este ensayo, abarco la introducción y la primera parte: Armonía Celestial.


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Ensayo escrito por Andrea Vitali, 2004 


Este ensayo, dividido en una introducción y seis partes, seguía a seis secciones históricas en la exhibición “Tarot: History, Art, Magic” (Tarot: Historia, Arte, Magia) preparada por la asociación “Le Tarot”.

INTRODUCCIÓN


Durante todo el renacimiento, las “Imágenes de los Dioses Antiguos” recordaban al observador los mitos clásicos, que eran considerados de gran valor ético y moral. En este período nació el Tarot, uno de los logros más extraordinarios del Humanismo Italiano. Reunió a los más majestuosos representantes del panteón griego con las virtudes Cristianas, imágenes alegóricas de la condición humana, y símbolos de los más importantes cuerpos celestes.


El tarot era un juego de memoria que incluía las maravillas del mundo visible e invisible y les daba a los jugadores instrucción física, moral y mística. De hecho, la serie de las virtudes cardinales - Fuerza, Prudencia, Justicia y Templanza- recordaban importantes preceptos éticos; la serie de condiciones humanas, incluyendo el Emperador, la Emperatriz, el Papa, el Loco y el Malabarista (En inglés, the juggler; en italiano Giocoliere) recordaban la jerarquía a la cual los seres humanos estaban sujetos;  la de los planetas (Estrellas, Luna, Sol) en cambio aludía a las fuerzas celestes que sometían a los hombres, sobre las cuales se concibió el Universo gobernado por Dios.


Pero el tarot pronto perdió su aspecto didáctico y moral, el cual ya a principios del siglo XVI era poco comprendido. Era considerado nada más que un juego. Consecuentemente la iconografía de las figuras cambió de acuerdo a los gustos populares de las regiones en que el Tarot era usado. 


Sólo al final del siglo XVII fue redescubierto el significado filosófico del tarot, sólo que, partiendo de premisas totalmente esotéricas, los nuevos intérpretes dieron origen a un nuevo uso para el juego: Mágico y Adivinatorio. Un famoso artículo publicado en 1781 por el Freemason y arqueólogo A. Court de Gebelin afirma que “El Libro de Thot existe, y sus páginas son las imágenes de los Tarots”. Unos años más tarde, Eteilla, comenzó el gran proyecto de restaurar algunas de estas imágenes, argumentando que él conocía la estructura del Juego usado entre los Antiguos Egipcios. De acuerdo a Eteilla, el primer tarot contenía el misterio del origen del Universo, las fórmulas de varios rituales mágicos y el secreto de la evolución física y espiritual del hombre.


Desde entonces, el juego del tarot ha sido ligado indisolublemente al mundo de la magia. Y con la promesa de que estas cartas ofrecían más que mero conocimiento del futuro, la nueva era del Tarot Ocultista comenzó.


ARMONÍA CELESTIAL

 

El juego del Tarot (Tarocchi, en italiano), que fue creado en Italia a principios del siglo XV, está comprendido por 56 cartas numerales, llamadas  “los palos italianos” (copas, monedas, bastos y espadas) - que venían del mundo árabe - que a su vez derivaron los símbolos de los palos de la antigua acuñación romana de las Aes (vea el ensayo El Origen de los Ases), el cual llegó a Italia en el siglo XIV; y por 22 cartas alegóricas conocidas como Triunfos.

 

Este juego refiere a los Triunfos de Petrarca (triunfos, del italiano Trionfi), en los cuales el poeta del siglo XIV describió seis principales fuerzas que gobiernan a los hombres y asignó un valor jerárquico a cada una de ellas.  La numerología románica veía en el número seis “ al superhumano, el poder”, debido a que el número se relaciona con los días de la creación.


Primero viene el Amor (instintivo), el que corresponde a una fase juvenil, vencida por la Modestia (castidad, razón), una fase subsecuente de madura calma, después de la cual sigue la Muerte, simbolizando la transitoriedad de las cosas terrestres. A su vez, es vencida sin embargo por la Fama, victoriosa sobre la muerte en la memoria de la posteridad, pero sobre ella triunfa el Tiempo, el que es superado finalmente por el Triunfo de la Eternidad, el cual libera a los humanos del flujo del devenir y lo pone en el reino de la eternidad.


El número de las cartas de Triunfos, cuya concepción se debe probablemente al Príncipe Francesco Antelminelli Castracane Fibbia (vea nuestro ensayo El príncipe), al principio estaba compuesta de 8 alegorías, más tarde de 14 y 16, y luego se estabilizó finalmente en 22, el número que en su significado místico cristiano representa la introducción de la sabiduría y las enseñanzas divinas impresas en el hombre. Tal camino, que delata una adaptación progresiva de estas “cartas de juego” a una numerología de carácter religioso, que fue probablemente adoptada para evitar la condenación de la iglesia que arremetió repetidamente en contra de los juegos que eran considerados de azar.


Acerca del número 22 de los Triunfos, así expresa Orígenes, Padre de la Iglesia: "En la ordenación numérica, los números individuales contienen cierta fuerza y ​​poder sobre las cosas y de ese poder y fuerza se valió el Creador del universo, a veces para la constitución del universo mismo, a veces para expresar la naturaleza de las cosas individuales tal como nos aparecen. De ello se deduce que, sobre la base de las Escrituras, es necesario observar y derivar aquellos aspectos que pertenecen individualmente a los números mismos. No podemos ignorar que los libros del Antiguo Testamento, como los hebreos los transmitieron, son veintidós, al igual que el número de las letras hebreas, y esto no es sin razón. Como de hecho veintidós letras parecen ser la introducción a la sabiduría y la doctrina impresa con estas figuras en los hombres, así como los veintidós libros de la Escritura constituyen el fundamento y la introducción a la sabiduría de Dios y al conocimiento del mundo " (Select. in Ps 1 - P G 12, 1084). 


En otras palabras, Orígenes “refiriéndose a los 22 libros inspirados de la Biblia, percibe en las veintidós letras que componen el alfabeto hebreo, una introducción a la sabiduría y las enseñanzas divinas impresas en los hombres" (A. Quacquarelli, sv Numeri, en DPAC, págs.2447-2448).

 

La teología Medieval asigna al universo un orden preciso, formado por una escalera mística que se eleva desde la tierra al cielo: desde la cima de la escalera Dios, la Causa Primera, gobierna el mundo, sin involucrarse directamente, pero operando “ex gradibus”, es decir, a través de una ser ininterrumpida de intermediarios. De esta forma su poder divino es transmitido hacia abajo hasta las creaturas inferiores, incluso el más humilde mendigo. Visto desde abajo hacia arriba, la escalera enseña que los humanos pueden elevarse gradualmente en el orden espiritual, escalando lentamente hacia las cimas del bonum, verum and nobile, y la ciencia y la virtud lo acercan a Dios.


Desde la primera lista de Triunfos conocida de principios del siglo XVI, es evidente que era un juego, con un trasfondo ético. El Mago muestra a un pecador (vea nuestro ensayo El Bagatella que es símbolo del pecado) el cual ha sido provisto de guías temporales, El Emperador y La Emperatriz, y guías espirituales, El Papa y la Papisa (es decir, la Fe). Los propios instintos humanos deben ser mitigados por las virtudes: El Amor por La Templanza, y el deseo de poder o El Carro, por La Fuerza (la virtud Cristiana Fortaleza). La Rueda de la Fortuna nos enseña que el éxito es efímero y que incluso las personas más poderosas están destinadas a convertirse en polvo. El Ermitaño, que sigue a la Rueda de la Fortuna representa al Tiempo, al que todos los seres están sujetos, y la necesidad de cada persona de meditar e el valor real de la existencia, mientras que El Colgado (El Traidor) representa el peligro de caer en la tentación y el pecado antes del arribo de la Muerte física.


Incluso la vida después de la muerte, es representada de acuerdo a la típica idea medieval: el Infierno, y por tanto el Diablo, es puesto en el centro de la tierra, mientras las esferas celestes están sobre la tierra. De acuerdo a la visión Aristotélica del Cosmos, la esfera terrestre está rodeada por “fuegos celestiales” que en el Tarot son representadas como un rayo golpeando a una Torre. Las esferas planetarias están sintetizadas en tres planetas principales: Venus (la estrella por excelencia), La Luna y El Sol. La esfera más alta es L’Empireo, sede de los ángeles que serán convocados para despertar a los muertos de sus tumbas en el Juicio Final - cuando la Justicia divina triunfará, sopesando las almas y separando a los buenos de los malos. El más alto de todos es el Mundo, o “El padre Santo”, como un anónimo comentarista del tarot Dominico escribió al final del siglo XVI. El mismo autor pone al Loco después del Mundo, como mostrando su completa alienación de toda regla y enseñanza, porque, al faltarle razón no fue capaz de entender las verdades reveladas.


El pensamiento Escolástico, que apuntaba a confirmar las verdades de la Fe mediante el uso de la Razón, unió en esta categoría a todas esas personas que no creían en Dios, incluso si eran capaces de razonar. En el Tarot la presencia del Loco adquiere un significado ulterior y más profundo: El Loco, como poseedor de la razón, pero no creyente, tiene que convertirse, a través de las enseñanzas expresadas en la Escalera Mística, en “Loco de Dios”, como hizo el más popular de los Santos, que es, San Francisco, que fue llamado “El Santo Juglar de Dios” o “El Santo Loco de Dios” (“Nada fue más hermoso/Más jubiloso o grandioso/que él que por celo y amor/se convirtió en el Loco de Jesús”: canción de danza de Girolamo Benivieni, 1453-1542). Para más en este tema, vea el ensayo iconológico El Loco.


Durante el siglo XV el juego del tarot fue llamado “Ludus Triumphorum”. Sólo a principios del siglo XVI apareció el término “Tarocco”, probablemente atribuído a estas cartas en el momento en que su contenido ético fue olvidado dejándo sólo su aspecto lúdico, aunque algunos juristas afirmaron percibir en ellas “algo virtuoso”


El primer documento conocido en el que aparece el término Tarocco en referencia al juego, se encuentra en una Berzelletta de un autor italiano anónimo impreso en Brescia alrededor de 1502; el segundo, es un registro de cuentas de la Corte de L’Este en el segundo semestre de 1505, en una nota fechada el 30 de Junio. Y luego aparece nuevamente en el mismo registro el 26 de Diciembre. 


En la “Frotula de le dòne” (mentiras de las mujeres) un poema cuyo autor hemos identificado como Giovan Giorgio Alione, fechado en 1494, aunque no se refiere al juego de cartas, la palabra Taroch se menciona con el significado de "loco, tonto" (en inglés "foolish"):


Marì ne san dè au recioch

Secundum el Melchisedech

Lour fan hic. Preve hic et hec

Ma i frà, hic et hec et hoc

Ancôr gli è – d'i taroch

Chi dan zù da Ferragù 


Nota del traductor al inglés: Para comprender la palabra Taroch en este trabajo hemos hecho uso de la traducción que Enzo Bottassi hizo de muchas de las palabras del Frotula en el trabajo que él mismo editó, “Giovan Giorgio Alione, L'Opera Piacevole (el Trabajo Placentero)” , donde para Taroch él usa "sciocchi" (tonto).

Así que el verso con la palabra taroch Ancôr gli è – d'i tarochdebería ser traducida como “aun hay algunos tontos” (probablemente en referencia a maridos traicionados).


Ross Caldwell ha hecho notar que la palabra tarochus, incluso si no se refiere a los juegos de cartas, era ya usada en el siglo XV, como descubrió en la Maccheronea (dedicado a Gaspare Visconti, †1499) escrito por el poeta Bassano Mantovano, el el cual el término es usado:

 

Erat mecum mea socrus unde putana

Quod foret una sibi pensebat ille tarochus

Et cito ni solvam mihi menazare comenzat.


Nota: Traducción directa del italiano de Andrea:

(Mi suegra estaba conmigo, y este idiota pensó que podía quitarle algo de dinero, así que empezó a amenazarme).


Por lo tanto, después de años de investigación, podemos afirmar que la palabra Tarot se deriva de la carta del Loco. (En uno de nuestros ensayos destacamos aún más cómo el viento siroco, el viento que se cree que induce a la locura, se llamó Viento de Theroco en el Renacimiento y, en otro ensayo, cómo el término Tharocus también debe estar conectado con Baco, en referencia a la locura que caracterizaba los ritos orgiásticos llevados a cabo en su honor). La atribución es, por tanto inspirada en una carta de la baraja, hecho no inusual ya que con el término Ganellino o Gallerino - que es equivalente a Bagatto - se llamaba al Tarot toscano en Liguria y Sicilia . Pero no es necesario volver a este significado únicamente: a partir de las variantes históricas de 'tarrocco' o 'tarroco', también es necesario evaluar el término bajo el aspecto lúdico (es decir, en el juego), atribuyendo en este caso el significado de atacar con cartas de más fuerza que las jugadas por los oponentes, ya que la expresión 'ti arrocco, t'arrocco, ti arroco' tenía la intención de recordar a los oponentes que se habían desplegado cartas de victoria que los obligaban a ponerse a la defensiva (Ver al respecto el ensayo Rochi y Tarochi). Es, por tanto, un término de características polisémicas, es decir, con múltiples significados, como solemos encontrar para otras palabras del Renacimiento.

 Copyright by Andrea Vitali  © All rights reserved 2004


CONTINUARÁ...

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