martes, 15 de junio de 2021

Andrea Vitali, la historia del tarot (final)

La historia del tarot

Desde su origen hasta nuestros días.

 ADVERTENCIA: Todos los ensayos están protegidos por copyright. Esta traducción fue realizada con permiso expreso del autor, Andrea Vitali. El ensayo original se puede leer en 

Italiano: http://www.associazioneletarot.it/page.aspx?id=111&lng=ITA

Inglés, revisado por Michael S. Howard  

http://www.associazioneletarot.it/page.aspx?id=111&lng=ENG

Las notas mías, de la traducción al español, están escritas en rojo, para diferenciar de agregados o notas del traductor en inglés, que están en negrita.

Primera Parte
Segunda Parte

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Ensayo escrito por Andrea Vitali, 2004 

Este ensayo de Andrea Vitali, dividido en un prefacio y seis partes, seguía a seis secciones históricas en la exhibición “Tarot: History, Art, Magic” (Tarot: Historia, Arte, Magia) preparada por la asociación “Le Tarot”.
En este post, abarco las dos últimas secciones: El libro de Thot y Tarot y cartomancia.

EL LIBRO DE THOT

El nacimiento del tarot como instrumento mágico tuvo lugar a finales del siglo XVIII, en plena ilustración, con un "arqueólogo" entonces muy famoso, Antoine Court de Gébelin, afiliado a la masonería francesa: "Si tuviéramos que anunciar que, a día de hoy, hay una obra que contiene la más pura doctrina de los egipcios escapados de las llamas de sus bibliotecas, quién no estaría impaciente por conocer un Libro tan precioso y extraordinario. Este libro existe y sus páginas son las figuras del tarot ".

Para justificar sus afirmaciones, Court de Gébelin explicó que la palabra Tarot se derivaría del egipcio Ta-Rosch = Ciencia de Mercurio (Hermes para los griegos, Thoth para los egipcios). Entonces, ayudado por un colaborador desconocido (asumo que se refiere a Count de Mellet), enlistó las numerosas propiedades mágicas del Libro recién descubierto. Estas teorías fueron retomadas por otro francmasón, Etteilla, seudónimo de Jean Francois Alliette: “El Tarot es un libro del antiguo Egipto cuyas páginas contienen el secreto de una medicina universal, la creación del mundo y el devenir del género humano. Fue concebido en el 2170 a. C. durante una conferencia de 17 magos presidida por Hermes Trismegisto. Luego fue grabado en planchas de oro que se colocaron alrededor del fuego central del Templo de Memphis. Finalmente, tras varias vicisitudes, fue reproducido por viles grabadores medievales de forma tan inexacta que distorsionó por completo el significado”.

Etteilla restauró el Tarot a lo que él creía que era la forma original, remodeló su iconografía y lo llamó El Libro de Thot. El legado del neoplatonismo y el hermetismo renacentista se evidencia en las modificaciones realizadas por Etteilla. De hecho, en los primeros ocho Triunfos reprodujo las frases de la Creación; en los cuatro siguientes destacó las virtudes que llevan las almas de los hombres ante Dios; mientras que en los últimos diez triunfos representó el condicionamiento negativo al que están sometidos los seres humanos. Las 56 cartas numerales se interpretaron como sentencias adivinatorias escritas para los mortales.

Gracias a estas revelaciones, hubo una explosión de la cartomancia, pero muchos años después el aspecto místico del Libro de Thot fue reevaluado por Eliphas Levi. Denunció los errores de Etteilla y afirmó que los 22 Triunfos correspondían a las 22 letras del alfabeto hebreo. Explicó la relación con las operaciones mágicas, con el simbolismo de la masonería y sobre todo con los 22 caminos del Árbol de la Vida de la Cabalá, que reflejaban la estructura idéntica del hombre y el Universo. Atravesando los 22 Canales de la "Suprema Sabiduría", el alma del hombre podría alcanzar la contemplación de la "Luz Divina".

Las teorías de Eliphas Levi fueron adoptadas por numerosas hermandades ocultas. Cada uno de ellos hizo una nueva baraja de cartas del tarot de acuerdo con su propia filosofía. Para algunos, el objetivo de los iniciados era apuntar a la creación de un gran "Templo Humanitario" destinado a crear el "Reino del Espíritu Santo" basado en el esoterismo común a todos los cultos. Para otros, el tarot habría representado las etapas de un camino individual de elevación mística o incluso de exaltación psíquica gracias a la consecución de grandes poderes mágicos.

TAROT Y CARTOMANCIA

Ross Caldwell registra:

"Escribiendo desde la corte española, Fernando de la Torre describió en 1450 cómo, con una variante de cartas que él diseñó, los jugadores: (obvié las traducciones de Ross y Andrea ya que el idioma original es el español)”Puedénse echar suertes en ellos á quién más ama cada uno, y á quién quiere más et por otras cow et diversas maneras”. Echar suertes es la expresión española más común para indicar cartomancia, así como la más antigua que se conoce ligada al juego de cartas.

"Los testimonios específicos que explican en qué consistía la cartomancia se encuentran solo un siglo y medio después, pero mientras tanto, las cartas a veces se combinaban con dados y otros métodos como formas de sortilegio, un término que a veces significa " brujería" (en el sentido de hechizo) en general, pero que, más concretamente, era sinónimo de “adivinación”. En 1506, Giovanni Francesco Pico della Mirandola, en un capítulo contra la adivinación, incluyó "las imágenes representadas en un juego de cartas" como una de las diferentes formas de sortilegio. Años más tarde, en 1554, el sacerdote y jurista español Martín de Azpilcueta definió las cartas como un instrumento de adivinación entre muchos, fuente de pecado como todos los demás ».

El uso de cartas para la magia se extendió a lo largo de los siglos. XVI y XVII por lo que los tribunales inquisitoriales intervinieron varias veces para condenarla. En Venecia en 1586 la Inquisición actuó tras el uso de las cartas del tarot en un ritual realizado en un altar y, así fue también en Toledo en 1615.

Una relación indirecta de las cartas con la adivinación se encuentra en algunos libros del destino italianos y alemanes donde las cartas se usaban exclusivamente como herramienta para obtener puntuaciones y combinaciones de números y cifras, sin tener ninguna relación con ningún valor cartomántico y simbólico. Un ejemplo de ello es la obra Le Ingegnose Sorti de Marcolino da Forlì que apareció en Venecia en 1540.

Por diferentes registros escritos de la época sabemos que la cartomancia estaba bastante extendida. Merlin Cocai (seudónimo de Teófilo Folengo) en su obra, El Caos del Tri per uno de 1527, escribe en forma literaria una suerte de lectura de adivinación con tarot (tarocchi) similar a la que se puede ver actualmente, mientras que desde España de 1538 (como señaló el historiador del tarot de Ross. G. Caldwell) recibimos un documento escrito por un tal Pedro Ciruelo en el que, junto a los dados y las hojas escritas, inserta la lectura de las cartas (en este caso hechas con naipes, es decir con las cartas numéricas y de corte) como instrumento de adivinación (“Adivina por las suertes”).

Sabemos que en la España del siglo XVII el uso de la cartomancia estaba bastante extendido, pero el primer documento conocido en el que encontramos la lista de naipes con sus significados adivinatorios pertenece a Bolonia, en el siglo XVIII. Sin embargo, fue solo a partir del siglo XIX que los adivinos se multiplicaron visiblemente, especialmente en Francia, gracias a las asombrosas revelaciones de Court de Gebelin, Etteilla y las hermandades ocultas. Se acepta comúnmente que entre finales del siglo XVIII y principios del XIX fueron tiempos propicios para los profetas y adivinos, y no solo en Francia, gracias a la incertidumbre de la situación política y a la acentuación de una grave crisis económica.

Entre los muchos adivinos de esa época, se menciona a menudo a Mademoiselle Le Normand, que supo hacer fortuna cuidando hábilmente su imagen pública. En sus libros afirma haber sido la confidente de la emperatriz Josefina y haber leído regularmente a personajes de la talla de Marat, Danton, Robespiere, Madame de Stael y Talleyrand. La “Sybille des Salons” (la sibila de los salones), como se llamaba a Le Normand, fue seguida por un nutrido grupo de adivinos que intentaron sacar provecho de su arte declarándose sus discípulos o herederos. 

Otros crearon nuevas barajas de cartomancia basados en el Tarot Egipcio de Eteilla o en las cartas de juego francesas. En 1850, la adivinación con Tarot y las cartas de juego en general se había convertido en una técnica de adivinación extremadamente popular en toda Europa. En esos mismos años, el renacimiento de las filosofías esotéricas dio un nuevo vigor a las artes mágicas en general y a la cartomancia en particular.

Durante el siglo XIX se imprimieron al menos un centenar de barajas de adivinación muy originales, especialmente en Francia, Italia y Alemania, que, en la mayoría de los casos, no tenían nada que ver con las cartas del Tarot, sino que se basaban más bien en los libros de interpretación de los sueños. llamada Cabala del Lotto (sistema para adivinar los números de la lotería).

Se puede decir que desde entonces esta moda no ha conocido ninguna crisis, salvo en períodos de guerra. En nuestra opinión, los sociólogos se equivocan al cuestionar las causas de lo que hoy se considera un retorno a la irracionalidad, en cambio sería más correcto verlo como un testimonio de la constante necesidad, en la historia occidental, de certezas "superiores". Más allá del aspecto adivinatorio, se debe considerar el aspecto artístico. En la creación de barajas de adivinación se encuentra a menudo a pintores y artistas gráficos cuyas obras dan testimonio no solo del gusto personal, sino también de la sensibilidad artística y la tendencia estética de la época a la que pertenecieron.

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