jueves, 30 de marzo de 2017

El 5 de copas y el derecho a llorar.


Era un día ideal, de mi mejor mes: Marzo. Un sol brillante, los pájaros cantando, un sueño reparador, trabajo bien remunerado, una hermosa familia y una vida espiritual en expansión... Idílico, mejor que nunca. Hago mis ejercicios diarios y sugerido por uno de los grupos de facebook en los que participo surge el desafío: pregúntale a las cartas de copas ¿qué necesita mi corazón hoy? Respuesta: El cinco de copas.

¿Por qué podría mi corazón necesitar una carta tan oscura?

El cinco de copas puede ser una carta dura, pero no todo lo duro es malo. El agua corre bajo el puente, todo pasa en la vida, y siempre hay algo que queda, una construcción en el horizonte, la seguridad de un hogar. Incluso si sabemos todo eso a veces sólo necesitamos llorar. La emoción está allí, a veces aparentemente inexplicable. Hace falta botar esa emoción de alguna manera, eso que nos avergüenza, que nos hace sentir débiles, eso que perdimos y que nos duele aunque lo neguemos mil veces.

¿Por qué lo negamos?

¿Por qué nos quitamos el derecho de sentirnos indignados y dolidos por lo que sentimos perdido?

Los duelos bien llevados son sanos y es más, son vitales en nuestro desarrollo. Seguir hacia adelante sin procesar el dolor no hace más que transformarlo en una gran bola de nieve que nos aplastará tarde o temprano. Dejé de criticar al personaje y empecé a admirarlo. El cinco de copas puede ser mi derecho a pataleo, por lo que sea. Y ya me sentiré mejor mañana. Que llore un día por algo que al mundo le parezca sin sentido no significa que esté deprimida, ni tampoco que nunca más me volveré a levantar. Mientras sepa eso, todo lo demás no importa. Entiendo que me decepciono porque creo expectativas y no las diferencio de la realidad, lo asumo, lo lloro, y lo dejo atrás habiendo aprendido una valiosa lección.

Entonces, puedo levantar mi cabeza y mirar mi casa en el horizonte. Puedo mirar detrás de mí y ver esas dos copas de pie, y darme cuenta de que no estaba considerando todas las opciones. El cinco de copas parece un recordatorio de lo limitada de nuestra perspectiva. Ahora podemos verlo todo, ya que no estamos ocupados pretendiendo que no lamentamos nada.

Entendí entonces que el cinco de copas puede ser una necesidad del corazón, tal como el desafío lo planteaba. La necesidad de permitirme llorar sobre la leche derramada aunque no valga de nada para solucionar el problema en la práctica y aunque ese problema parezca sin importancia, sólo por el alivio que produce ese llanto antes de convertirse en aprendizaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario